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miércoles, 26 de agosto de 2009

La felicidad nunca es perfecta.

Estimados ojeadores:
Ya sé que con el título de esta entrada no os estoy descubriendo América, y que seguramente ya os habíais percatado de la falta de perfección de las cosas. En el caso que nos ocupa, la felicidad.

A dos días de mi reencuentro con mi esencia (véase Laura), llega el momento de estar feliz, de volver a estar con ella y vivir juntos bajo el mismo techo, de salir a pasear, cenar, hacer el cabra con los amigos dejados en tierra celta, de volver a abrazar a mi adoptado orejotas, y de comenzar, o mejor dicho, de retomar la vida que abandoné hace ya cinco semanas. Contento. Feliz.

Pero como ya he dicho, y como bien sabéis, la felicidad no es perfecta, y hoy me siento también apenado por dejar un país que me ha enamorado en 40 días. Bien es cierto que el cariño que siento por Galicia, o por el norte de la península en general, no es equiparable al resto del territorio, y nunca he sentido una especial predilección por España. Aquí he confirmado muchas cosas las cuales imaginaba, y aunque Alemania también tiene sus muchos defectos, están a años luz de nosotros. Probablemente así nos pinta el pelo, (bueno, os pinta, que yo estoy calvorota del todo), y seguramente yo también contribuyo a ello pese a mis esfuerzos por no hacerlo.

Hoy he vuelto a tener esa sensación, la cual creo que nunca me ha abandonado desde que llegué, de que mi tiempo para intentar emprender una aventura como ésta en la que me he embarcado ya pasó, y que quizá con 20 o 24 años el resultado hubiera sido otro. Esa sensación a veces se torna distinta, y piensa que mi tiempo no ha pasado, pero realmente no es así como quiero hacerlo. No sin Laura. Los "Zitronen Ice Tee" (un té helado al limón, vaya), o las "Hefe Weizen" (cerveza de medio litro riquísima), con los amigos hechos aquí no saben igual si no tienes al lado a la persona que quieres. Si así fuera, quizá la felicidad fuera algo más perfecta, (nunca puede ser perfecta del todo), o al menos la sensación y/o las ganas de intentarlo serían distintas.

Y así llego al final de mi camino. Quedan aún dos días en los que tengo que hacer algunas cosas, como ir a preguntar en el banco de qué modo cancelo mi cuenta, o en la oficina de empleo si tengo que llevar algún documento de vuelta al Inem. Mañana lo haré todo, o lo intentaré al menos. Cena con los colegas del curso, y música en castellano para que Linde practique el idioma. Que rica, me ha regalado "Good Bye Lenin" en versión original con subtítulos en alemán, que llevaba buscándola desde que llegué. E intentar disfrutar estos dos días. El resto comienza, o continúa, después.

Hasta la próxima, o hasta pronto.

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