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sábado, 27 de octubre de 2012

Suzanne (y nieve en octubre)


Bien, llevo ya casi dos semanas en la casa en la que vivo, y creo que ha llegado el momento de hablaros de Suzanne.

Cuando vine a ver por primera vez esta casa, los dueños me dijeron que los sábados no podía aparcar en la plaza de garaje (es exterior, en la calle, pero pertenece a la casa). El motivo: todos los sábados por la mañana hasta bien entrada la tarde una señora llamada Suzanne pone un puesto en el que vende un montón de productos biológicos (sí, "bio"), y me ocupa desde algo más de la puerta de entrada a la casa hasta un callejón tras la plaza de garaje. Es decir, cuando saliera de casa los sábados tenía que pasar obligatoriamente por en medio de las mesas en las que expone y vende sus productos y tendría que aparcar los viernes el coche en la calle, pues también me tapa la salida de la plaza de garaje.

La cosa no terminaba ahí. "Suzanne tiene copia de la llave de entrada a casa, y además siempre le dejamos usar el baño y la cocina, pues muchas veces lo necesita, con lo que igual los sábados no dispones de una total intimidad en la casa", me dijeron. Ese viernes conocí a Suzanne, pues vino a la casa para dejar algunas cosas que iba a vender al día siguiente. Suzanne es una agricultora de algo mediados los 50 años y que me habla en inglés, lo cual me resultó algo sorprendente y educado a la vez.
El primer sábado, como el resto de días de la semana, dejé cerrada con llave la puerta que da acceso al interior de la casa, con lo que Suzanne y dos mujeres más que trabajan con ella no pudieron entrar en la casa a usar el baño ni la cocina hasta mediodía, que salí a saludarlas y me lo comentaron. La verdad es que no caí en la cuenta. El sentimiento de vergüenza fue bastante grande, y mis disculpas, múltiples.
Fue entonces cuando Suzanne me dijo que esperara un momento, y comenzó a meter en una bolsa manzanas, tomates, una lechuga, pepinos, rúcula y uvas y me dio la bolsa; "son para tí". "Gracias", le dije aún más avergonzado, "¿pero cuánto le debo?, se lo quiero pagar". El caso es que no me dejó pagar nada, y durante esta semana he estado comiendo unas ensaladas riquísimas y unas manzanas que realmente saben a manzana.

Anoche recordé no cerrar la puerta de entrada a la casa, para que hoy pudieran entrar Suzanne y sus compañeras a la cocina y el baño. Me he levantado temprano y mi cara se ha desperezado de la sorpresa al ver que los meteorólogos alemanes habían dado en el clavo: ¡¡está nevando!!. Finales de octubre y la primera nevada del año irrumpe en el paisaje tan solo dos días después de disfrutar de un pequeño verano con temperaturas de más de 20 grados.

Pero volvamos a Suzanne. Tenía que ir a Ikea a cambiar un edredón que compré para mi cama nueva, y a las 10 de la mañana salía de casa en plena nevada y saludando a Suzanne y sus compañeras. Para qué negarlo, hacía frío y ellas están en plena calle resguardadas por toldos y una pequeña estufa para calentarse las manos alimentada por una bombona de butano. Nada más salir de casa Suzanne ya hizo amago de ofrecerme algo de sus productos, de los cuales aún tengo remanente desde la semana pasada, pero antes de que pudiera decir nada le dije que hoy iba a comprarle huevos y fruta, y que volvía en un par de horas.

Realmente fueron 3 horas y al llegar Suzanne se me adelantó y un par de metros antes de llegar a la puerta me dijo: "esa bolsa es para tí". Entré a casa, dejé la bolsa de Ikea con el edredón y salí dispuesto a comprar huevos y algo de fruta, advirtiéndoselo a Suzanne al salir de nuevo a la calle. "Hoy vengo de cliente".
Compré una decena de huevos, una bolsa de manzanas y una cajita de cartón con 5 peras cada una de ellas del tamaño de mi mano. Suzanne me cobró 6 euros, y le hice el truco de pagarle con un billete de 10 y no aceptarle los 4 euros de vuelta. La tazón: en la bolsa había todo lo que véis en la foto. Además al ir a entrar de nuevo a casa me pregunta: "¿mañana viene tu mujer, verdad?, -"el miércoles", le digo, y me regala un ramo de flores espectacular, el cual también podéis ver en la foto.

Si os preguntáis por la invasión de mi intimidad de la que me advirtieron los propietarios, la verdad es que de momento no ha habido ninguna, pues siempre que entra en casa me llama y nunca entra al salón o a la habitación.
Suzanne y yo llevamos solo dos sábados de convivencia, y la verdad, esta mujer es adorable.

sábado, 20 de octubre de 2012

De amistades y coincidencias salvadoras.

La segunda semana comenzó con el curso de alemán, innumerables correos en búsqueda de vivienda y una esperanzadora llamada de Diana, diciéndome que sus vecinos podrían estar interesados en alquilar la casa, pero que querían conocerme primero, la cita era el miércoles 10. Por fortuna Diana pudo acompañarme para templar un poco mis nerios y así poderme entender mejor con la señora, muy simpática por cierto.

La casa es inmensa, 4 dormitorios (de los cuales le digo que solo me haría falta uno), un salón, la cocina, el baño y el aseo (en Alemania casi siempre están separados). Es muy antigua y no tiene calefacción sino un horno alimentado por leña y carbón en la cocina, que da calor también a dos habitaciones. Tiene al menos dos plantas más arriba, las cuales no me enseñan (ni yo pregunto por ellas), pero sí me enseñan un sótano que me recuerda enormemente a la bodega de mis abuelos en Tomellosa. Aquí guardan la leña, el carbón, manzanas, cebollas, patatas, calabazas..., en una habitación de la bodega está también la lavadora y además tienen la saluda a un jardín-huerto de unos 4000m2.
En esta casa vivió la madre de esta señora, hasta que murió hace unos meses. Al año que viene la van a vender. Al parecer les caigo bien y me dice que por ella no hay problema pero que también tiene que decidirlo su hermana y que si no me importa volver el viernes a la misma hora. Visto lo visto, y pese a que sigo buscando alojamiento, es obvio que no me importa.

La búsqueda mientras tanto seguía siendo infructuosa. Para ver una habitación en el centro de Stuttgart nos llegamos a juntar a la misma hora 17 personas, todos mis competidores son universitarios alemanes. Voy a ver una habotación en la que la chica se va y mi compañero sería un turco de unos 25 años, la mar de raro (me preguntó hasta 7 veces mi nombre), yo creo que la chavala se iba por on aguantarlo más. Tampoco tenía pinta de ser el más limpio de los seres humanos.

El caso es que llega el viernes y me presento yo solo de nuevo en la casa de los Günther (así se apellida la familia que me alquila la casa). Allí está media familia, su hermana, su marido, su hija y dos críos pequeños. Al verlos a todos me sentí como si me fueran a someter a un tercer grado, pero la verdad es que todos eran muy majetes y simplemente estaban allí para conocerme y confirmarme que podía alquilar la casa. Además como les dije que me tenía que mudar el día 15 (estábamos a viernes 12), estaban todos allí para llevarse recuerdos y cosas de su madre, la señora que vivía alli. Por tanto... tenía casa!!! Recuerdo poner en Facebook que dicen que cuando mueres pesas 21 gramos menos, y que ese dbe ser el peso del alma. Yo no me morí, pero el hecho de que terminara la tesión por la búsqueda de vivienda hizo que me sintoera como si me hubieran quitado una losa de 21 kilos de la espalda.
Por cierto, como suele pasar siempre, o no tienes nada o tienes que decidir. Algo menos de una hora después de confirmar que me alquilaban la casa, me llama la chica que se iba del piso del turco diciendo que si quiero la habitación la puedo alquilar. "Lo siento, pero dile a tu ex-compañero de piso que ya tengo casa".

El domingo 14 traje las maletas (ya me habían dado la llave el viernes anterior) y el lunes 15 al salir del curso ya vine directamente a la casa, firmé el contrato y desde que soy oficialmente inquilino lo que he hecho ha sido limpiar un poco, ir al curso, pasar un par de días griposo, estrenar la casa con unos amigos y tortilla de patata (la foto está en Facebook) y comenzar a preparar las cosas para el próximo paso: la búsqueda de curro.

Ya os iré contando...


La banda sonora que me acompañaba al escribir esta entrada ha sido nuevamente "Audioslave" y su disco homónimo. Insisto: discazo.

1ª Semana: La peor fecha para venir a vivir.

"Los comienzos siempre son complicados", palabras textuales de mi Txaxte. Es la enésima vez que intento algo nuevo o distinto en mi vida, la tercera vez que cambio de ciudad y de modo de vida. Nadie dijo que fuera a ser fácil y desde luego los primeros 10 días aquí no es que no lo fueran, sino que se tornaron bastante estresantes por no decir desesperantes.

La desesperación vino invitada por la mala suerte y la fecha de llegada. Llego aquí el 1 de octubre, en plena Cannstatter Volksfest (la 2ª feria más importante de Alemania tras el Oktoberfest) y acaban de dar los destinos de las plazas para las universidades, que este año han duplicado las plazas, lo cual significa doble de alumnos buscando habitación en piso compartido y/o apartamento al mismo tiempo que yo. Ellos tienen el idioma y 10 o 15 años menos, lo cual es una ventaja a la hora de buscar donde vivir. Yo lo tengo casi todo en contra: extranjero, chapurreando el idioma y en paro. La cosa no pinta bien. "Has elegido la peor fecha para buscar vivienda" me dice todo el mundo. "Si hubieras venido en cualquier mes que no sea octubre o noviembre seguro que no lo hubieras tenido tan complicado".
Al menos para apuntarme al curso no he tenido problema, mi amiga Carmen Person, que es profesora de español y alemán me lo ha puesto todo en bandeja.

Tirando de amiguetes de por aquí iban apareciendo más opciones para vivir, si bien todas terminaban en nada, inlcuyendo un italiano "piratilla" que me iba a alquilar una habitación con cocina y baño compartidos por 450€, pero que cuando está hablando conmigo le llama otra persona, el italiano le pide 500€, esta persona acepta y entonces el italiano me dice que se la acaban de reservar por teléfono y que si quiero a partir del día 1 de noviembre me la puede alquilar a mí. También hubo 3 intentos de timos con alquiler de apartamentos. De todo ello te advierten en las webs de alquiler de habitaciones, pero vaya, cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta del intento de timo.

La buena suerte vino acompañada de la coincidencia y de la ayuda de estos amigos que tanto me están ayudando aquí. Al volver de ver el apartamento del italiano piratilla me quedé a cenar en casa de unos amigos que me acompañaron, y en su casa estuvimos mirando algunas webs de periódicos y de anuncios más. Diana y Pjotrek (estos amigos) se percataron de una habitación en un piso compartido en Esslingen, en la misma calle donde viven ellos, y cuando miraron en Google Maps la localización exacta de la vivienda la reacción de Diana fue: "¡¡pero la casa de enfrente es de mis vecinos y está vacía!!, ya no me acordaba, pero si quieres les puedo preguntar, porque nadie vive en esa casa y quizá te la puedan alquilar". Obviamente le dije que "por supuesto" y que se lo agradecía enormemente. Aún así seguiría en la infructuosa búsqueda de vivienda. Tenía que salir de la pensión en la que estaba, sin cocina y con un baño compartido con gente más propia del género porcino que del humano, el lunes 15 de octubre, y tras la primera semana seguía sin tener lugar donde poder quedarme.  (Continuará).

La banda sonora que me ha acompañado en la escritura de esta entrada ha sido "Audioslave", con el disco homónimo. Tremendo discazo.