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lunes, 7 de septiembre de 2009

Llegar a Casa.

Ha sido una semana intensa, divertida. Una semana que se podría definir como un periodo de vacaciones para Laura y para mí, pero principalmente, una etapa, de siete días de duración, como transición para alejarme de mi vida en Alemania y retomar mi vida en Galicia.

De camino he visto pueblos preciosos como Colmar, en La Alsacia, ciudades que pasaban de decepcionantes a algo más bellas según me adentraba en sus centros históricos, como Grenoble o Toulouse, pero sobre todo montañas espectaculares e inolvidables, como el Pourtalet o el Monte Perdido y el Valle de Ordesa en el Pirineo Oscense, y sobre todo el Mont Blanc. El Mont Blanc, la montaña más alta de Europa, con su glaciar, me dejó impactado. Nunca vi nada semejante.

Llegar a casa ha supuesto reencontrarme con amigos, con buena parte de los amigos de Betanzos, y por otro lado, con los más alejados en la distancia, por vía telefónica. Pero reencuentro al fin y al cabo. Llegar a casa ha supuesto reencontrarme con Gizmo, mi perro adoptado, al cual nunca encontraré el modo de decirle cuánto le echaba de menos cuando estaba tan lejos en la distancia, en un país que adora a los animales, y en particular a los perros. Ni siquiera con la cantidad de abrazos que le di al verlo podría entender todo lo que le eché de menos.

Llegar a casa también ha supuesto volver a la monotonía de sentirme parado. Hoy he escrito en el Facebook que me volvía a sentir como un jubilado, sacando al perro a las 10 de la mañana y paseando con él junto a todos los pensionistas que salen de caminata matutina bordeando el Parque del Pasatiempo. Inevitablemente me acuerdo de Alemania, de los amigos que dejo allí, del mismo modo, aunque con distinta intensidad, con la que recordaba a los amigos de aquí cuando estaba en Stuttgart. Ya lo dije, la felicidad nunca es completa.

Espero encontrar ocupación pronto, algo que seguramente me ayude a contrarrestar este efecto. Nunca me gustó estar sin hacer nada. Escribir ayuda, pero aburre. Necesito acción, no valgo para estar parado, y es entonces cuando el famoso engranaje de mi cabeza funciona con mayor intensidad, lo cual no suele ser bueno. Necesito hacer algo. Eso ha sido llegar a casa.