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viernes, 13 de julio de 2012

Las alas que me guardan.

Hay veces que lo que quieres expresar lo ha hecho alguien mejor que tú, de una manera más bella especialmente si es con la emoción con la que alguien escribe y dedica una canción a su madre. Hoy adapto para tí las palabras de un tema impresionante, lleno de dolor y rabia, pero también de amor y liberación. Espero que te guste este pequeño regalo en tu 90 cumpleaños.


Tú creíste...
Tú creíste en hechos que nadie podía ver.
Tú creíste en mí.

Un espíritu apasionado,
comprometido,
Ilimitado y abierto.
Una luz en tus ojos...
En ese momento inmovilizada.

Ausente...
Rota...
Caíste en manos de aquello que yo no quería ver
Y sin embargo fuiste tú la que rezaste por mí.
Así que, ¿qué he hecho yo
Para ser el nieto de un ángel?
¿Qué he hecho, para merecerlo?

La luz de aquel día se atenuaba dejando una fría fluorescencia.
Era difícil reconocerte en esa luz.
Por favor, perdona esta pregunta egoísta, pero
¿Qué debía decirles esa noche a todos esos fantasmas?
"Ella nunca dijo ni una mentira...
Estoy seguro que nunca la dijo, 
y aunque así fuera, nunca la vivió.
No tuvo una vida,
Pero desde luego salvó una."
 
¿Lo ves? Estoy bien,
Ha llegado la hora de que te dejemos marchar.....



¿Quién podría negar que fuiste tú la que
Iluminaste tu pequeña porción de lo divino?

Y esta pequeña luz mía, el regalo que me legaste,
Voy a dejar que brille para que me guíe y me ampare,
Mientras tu sigues tu camino...
Tu camino al cielo...

¿Qué haremos cuando se nos apague tu luz?,
¿Sin ti para guiarnos a todos?
¿Aparte de temblar incesantemente?

El camino es alto, pero todos tenemos los ojos puestos en el suelo.
Tú eras nuestra luz y nuestro camino y
El tiempo que viviste en el fuego es tiempo suficiente:
Te vas a casa.

Tú eres la única que puede mantener la cabeza bien alta,
Agitar tu puño ante las puertas del cielo y decir:
"¡Ya he llegado a casa!
Tráeme al Espíritu Santo, al Hijo y al Padre,
Diles que su pilar de fe ha ascendido.
¡Ha llegado la hora!
¡Mi hora!
¡Dame mis...
DAME MIS ALAS!"


Tú eres nuestra luz y nuestro camino.

Empeñado como estoy en mis maneras y mi arrogancia...
Tú fuiste mi prueba, mis ojos, mi evidencia,
Paulina, mi abu, ser incondicional.


La luz de aquel día se atenuaba dejando una fría fluorescencia.
Era difícil reconocerte en esa luz.
Por favor, perdona esta osada sugerencia, pero
Si viste esa noche la cara de tu Creador,
Mírale a los ojos, mírale a los ojos,
Y dile:
"Nunca viví una mentira,
Nunca me llevé una vida,
Pero desde luego salvé una.
Es hora de que me hagáis un sitio en el cielo."

 
Gracias por estar siempre a nuestro lado y seguir guiándonos con tu luz.
No imaginas lo mucho que te queremos y lo que te echamos de menos.
Sopla tus 90 velas desde tu sitio en el cielo.