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miércoles, 28 de julio de 2010

Nadie debería sentirse solo el día de su cumpleaños.

El título de esta entrada es obvio, y seguramente compartido por todo el mundo. De hecho para la mayoría de nosotros ésto no tendría sentido. Pero estas cosas pasan, y si el mero hecho de imaginarlo resulta triste, si la persona que se siente sola el día de su cumpleaños es además un Amigo (con mayúsculas), de esos por los que podrías dar la vida si te lo pidiera, el asunto cobra un cariz aún más dramático.

Los buenos amigos, esos que se cuentan con los dedos de una mano, perduran en el tiempo y en la distancia. Siempre están ahí, y siempre lo estarán. Cuando las cosas les van bien por lo general estamos menos pendientes de ellos. Sabemos que están bien y es lo que importa. Cuando el ánimo de esos amigos se tuerce, y la suerte comienza a serles esquiva, es cuando más debemos preocuparnos por ellos, aunque ellos quieran restarle importancia.
Hasta hace dos días me sentía el ombligo del mundo, y desde hace dos días me he dado cuenta de lo egoísta que puedo llegar a ser, preocupándome simplemente por mi futuro, el cual sigue incierto y negro, sin darme cuenta de los problemas que tiene la gente que hay a mi alrededor, aún en la distancia, y que me han hecho reaccionar para estar con ellos en momentos en los que considero de extrema importancia la simple expresión de la amistad.

Desde hace dos días, dos amigos, a los que quiero más que si fueran de mi propia familia, me han hecho salir del pozo anímico en el que me encuentro para intentar meterme con ellos en su pozo particular, y así, si no podemos nadar juntos para salir del agujero, sí al menos compartir los tragos de agua mientras nos ahogamos, intentando que respiren un poco, o que olviden por un momento que se están ahogando.

Nunca nadie debería estar solo, y mucho menos sentirse solo. Los amigos estamos para eso, y los cumpleaños, por muy viejos que nos hagamos son para celebrarlos.
Este fin de semana recorro 1200 kilómetros para compartir hombro con mis amigos. Ellos no se merecen estar en un pozo, y yo me siento un privilegiado por tener amigos como ellos.

lunes, 19 de julio de 2010

Un año.

Recuerdo este día como si fuera hoy mismo.
Desayunamos en casa de David y Sabrina, que nos habían hospedado en su apartamento de Hohenems tras haber llegado el sábado por la noche con 1.000 kilómetros recorridos en 12 horas a nuestras espaldas. David ya se había ido a trabajar, y durante el desayuno Sabrina lamentaba que no nos quedáramos un poco más. Creo que Laura y yo también nos lamentábamos de ello. Ayer lo pasamos tan bien.... Nos llevaron a Rappenloch, un lugar precioso de los alpes austriacos donde un lago desciende en numerosas cascadas, rodeado de árboles que parecían esconder el lugar. El hecho es que, lamentaciones o no, teníamos que partir rumbo a Stuttgart.

Realmente nuestro punto de llegada es Neuhausen a.d.F. (auf den Fildern), donde quedamos con Carmen, que ya nos sirve de traductora para hospedarnos en la Pension Gaiser, un pequeñito y comfortable hostal, con una habitación que ya quisieran muchos hoteles de 3 estrellas. Llegamos bastante antes que Carmen, y las dudas para aparcar aparecen pronto al no conocer aún el funcionamiento del "Park Scheibe". No hay problema, lo dejamos a la vista (por si acaso) de la terraza del bar-restaurante en el que hemos quedado con Carmen. Necesito una cerveza para intentar relajarme un poco. Bueno, necesito dos. Ya estoy aquí y esto comienza.

Carmen aparece y enseguida nos organiza la agenda. Mañana al ayuntamiento a empadronarme, poniendo su casa como dirección pese a que voy a vivir con mi amigo Tobías a 30 kilómetros de aquí. Ir a un taller para que pongan la pegatina verde al coche y no tener problemas de entrada al centro de las ciudades. De paso compramos un "Park Scheibe", ahora que Carmen ya nos ha explicado su funcionamiento. Una vez que Carmen se ha ido, Laura y yo recorremos un poco Neuhausen, comprando algo de comer y de beber en un supermercado, para ir a descansar al pequeño hotel con una gran habitación. El cansancio anímico es más notable que el físico. Hay que intentar descansar, mañana toca empadronarme y apuntarme al curso de alemán, y el miércoles al Inem alemán. Ya estoy en el Jardín de las Yeguas.

Recuerdo este día como si fuera hoy mismo. Pero ya ha pasado un año.

viernes, 2 de julio de 2010

Frustración.

Es del todo frustrante intentar hacer algo y darte cuenta que eres incapaz no ya de hacerlo, sino de entender cómo se hace. Es frustrante mirar al futuro sin un ápice de optimismo, y a quienes me llamen pesismista, les remito las palabras de José Saramago "no soy pesimista, es que el mundo es pésimo". Eso es realismo.

Hace ya más de un mes me acercaba apresurado a solicitar plaza en un curso de programación en el que se iban a impartir lenguajes de programación como Java y C++ (aquellos que no sepáis absolutamente nada de lenguajes de programación, bienvenidos al club). La idea me resultaba muy atractiva, pues mi amigo Falk me comentó que aprender programación sería una buena manera de mejorar mi currículum de diseñador, y que los programadores (en Alemania al menos) estaban muy bien valorados y cotizados. Con ese ánimo y esa motivación de aprender algo que me podía resultar útil en mi futuro laboral me apresuré a inscribirme en el curso.

El problema es que pasan los días y mi frustración se hace patente al verme incapaz de programar. Demasiados datos nuevos para mí y un temario extensísimo que aprender en tan sólo 2 meses que obligan al profesor a tener que enseñarnos los conceptos de programación a toda velocidad. Es curioso que cuando el profesor explica un ejemplo de un programa desarrollado, entiendo la manera en la que se hacen las cosas, pero soy incapaz por el momento de conseguir desarrollar por mí mismo un programa de no demasiada dificultad. Para más Inri debo tener un don para afrontar la vertiente más compleja de desarrollo de los programas, y que en cambio a mí me parece la más lógica. Sería sencillo hacer una metáfora con ésto y pensar que tengo una orientación especial a hacer las cosas del modo más complicado, resultándome este modo el más lógico.

Para colmo el futuro laboral, pese a que hoy han dicho que ha bajado el paro, lo veo más que negro. Una reforma laboral que recorta un buen número de derechos sociales, siendo éste uno de los paises con recursos sociales más bajos de Europa, tampoco ayuda. Ahora nos venden a bombo y platillo que el paro lleva tres meses descendiendo, vamos que esto de la crisis ya se acaba. ¿Alguien no sabe que estos tres meses últimos coinciden con el comienzo de cursos para empleados? ¿Y que los desempleados adscritos a cursos de formación no figuramos en las listas del paro? Curiosamente el paro ha descendido más en el sector de Servicios (véase hostelería), con lo que la relación descenso del paro-temporalidad es más que manifiesta. ¿Cuál es entonces el índice de paro real? Prefiero no saberlo.

Ayer chateaba con mi amiga Sabrina y me decía que pese a ver todo esto tan negro, tengo que apoyarme en las pequeñas cosas de la vida. No le falta ninguna razón, y lo triste es que sólamente tengamos eso, pequeñas cosas en las que apoyarnos para vivir, pues las grandes cosas no están hechas para gente como yo. (Danke Bine dass du immer da bist).

Llegará el día en que el curso se termine, y tenga que comenzar mi búsqueda de empleo de nuevo, y entonces..., prefiero no pensarlo. Es frustante.