Bien, llevo ya casi dos semanas en la casa en la que vivo, y creo que ha llegado el momento de hablaros de Suzanne.
Cuando vine a ver por primera vez esta casa, los dueños me dijeron que los sábados no podía aparcar en la plaza de garaje (es exterior, en la calle, pero pertenece a la casa). El motivo: todos los sábados por la mañana hasta bien entrada la tarde una señora llamada Suzanne pone un puesto en el que vende un montón de productos biológicos (sí, "bio"), y me ocupa desde algo más de la puerta de entrada a la casa hasta un callejón tras la plaza de garaje. Es decir, cuando saliera de casa los sábados tenía que pasar obligatoriamente por en medio de las mesas en las que expone y vende sus productos y tendría que aparcar los viernes el coche en la calle, pues también me tapa la salida de la plaza de garaje.
La cosa no terminaba ahí. "Suzanne tiene copia de la llave de entrada a casa, y además siempre le dejamos usar el baño y la cocina, pues muchas veces lo necesita, con lo que igual los sábados no dispones de una total intimidad en la casa", me dijeron. Ese viernes conocí a Suzanne, pues vino a la casa para dejar algunas cosas que iba a vender al día siguiente. Suzanne es una agricultora de algo mediados los 50 años y que me habla en inglés, lo cual me resultó algo sorprendente y educado a la vez.
El primer sábado, como el resto de días de la semana, dejé cerrada con llave la puerta que da acceso al interior de la casa, con lo que Suzanne y dos mujeres más que trabajan con ella no pudieron entrar en la casa a usar el baño ni la cocina hasta mediodía, que salí a saludarlas y me lo comentaron. La verdad es que no caí en la cuenta. El sentimiento de vergüenza fue bastante grande, y mis disculpas, múltiples.
Fue entonces cuando Suzanne me dijo que esperara un momento, y comenzó a meter en una bolsa manzanas, tomates, una lechuga, pepinos, rúcula y uvas y me dio la bolsa; "son para tí". "Gracias", le dije aún más avergonzado, "¿pero cuánto le debo?, se lo quiero pagar". El caso es que no me dejó pagar nada, y durante esta semana he estado comiendo unas ensaladas riquísimas y unas manzanas que realmente saben a manzana.
Anoche recordé no cerrar la puerta de entrada a la casa, para que hoy pudieran entrar Suzanne y sus compañeras a la cocina y el baño. Me he levantado temprano y mi cara se ha desperezado de la sorpresa al ver que los meteorólogos alemanes habían dado en el clavo: ¡¡está nevando!!. Finales de octubre y la primera nevada del año irrumpe en el paisaje tan solo dos días después de disfrutar de un pequeño verano con temperaturas de más de 20 grados.
Pero volvamos a Suzanne. Tenía que ir a Ikea a cambiar un edredón que compré para mi cama nueva, y a las 10 de la mañana salía de casa en plena nevada y saludando a Suzanne y sus compañeras. Para qué negarlo, hacía frío y ellas están en plena calle resguardadas por toldos y una pequeña estufa para calentarse las manos alimentada por una bombona de butano. Nada más salir de casa Suzanne ya hizo amago de ofrecerme algo de sus productos, de los cuales aún tengo remanente desde la semana pasada, pero antes de que pudiera decir nada le dije que hoy iba a comprarle huevos y fruta, y que volvía en un par de horas.
Realmente fueron 3 horas y al llegar Suzanne se me adelantó y un par de metros antes de llegar a la puerta me dijo: "esa bolsa es para tí". Entré a casa, dejé la bolsa de Ikea con el edredón y salí dispuesto a comprar huevos y algo de fruta, advirtiéndoselo a Suzanne al salir de nuevo a la calle. "Hoy vengo de cliente".
Compré una decena de huevos, una bolsa de manzanas y una cajita de cartón con 5 peras cada una de ellas del tamaño de mi mano. Suzanne me cobró 6 euros, y le hice el truco de pagarle con un billete de 10 y no aceptarle los 4 euros de vuelta. La tazón: en la bolsa había todo lo que véis en la foto. Además al ir a entrar de nuevo a casa me pregunta: "¿mañana viene tu mujer, verdad?, -"el miércoles", le digo, y me regala un ramo de flores espectacular, el cual también podéis ver en la foto.
Si os preguntáis por la invasión de mi intimidad de la que me advirtieron los propietarios, la verdad es que de momento no ha habido ninguna, pues siempre que entra en casa me llama y nunca entra al salón o a la habitación.
Suzanne y yo llevamos solo dos sábados de convivencia, y la verdad, esta mujer es adorable.
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Jo, gracias Suzzane.. Sí que eres un encanto y todavía no te conozco... Muchas gracias por las flores, son preciosas.
ResponderEliminarQue ben escribe este rapaz (dixit Fran).
ResponderEliminarCando vexámoste estarás feito un figurín con tanta comida sanota gracias a Suzzane, jajaja.
Por aquí botámoste moito en falla. Xabier pregunta moito cando voltas.
Abrigate moito que por aquí non andabas xa acostumado a tanto frio e va-las coller todas.
Moitos bicos e moitas apertas, e sobre todo moitísima sorte.