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miércoles, 28 de julio de 2010

Nadie debería sentirse solo el día de su cumpleaños.

El título de esta entrada es obvio, y seguramente compartido por todo el mundo. De hecho para la mayoría de nosotros ésto no tendría sentido. Pero estas cosas pasan, y si el mero hecho de imaginarlo resulta triste, si la persona que se siente sola el día de su cumpleaños es además un Amigo (con mayúsculas), de esos por los que podrías dar la vida si te lo pidiera, el asunto cobra un cariz aún más dramático.

Los buenos amigos, esos que se cuentan con los dedos de una mano, perduran en el tiempo y en la distancia. Siempre están ahí, y siempre lo estarán. Cuando las cosas les van bien por lo general estamos menos pendientes de ellos. Sabemos que están bien y es lo que importa. Cuando el ánimo de esos amigos se tuerce, y la suerte comienza a serles esquiva, es cuando más debemos preocuparnos por ellos, aunque ellos quieran restarle importancia.
Hasta hace dos días me sentía el ombligo del mundo, y desde hace dos días me he dado cuenta de lo egoísta que puedo llegar a ser, preocupándome simplemente por mi futuro, el cual sigue incierto y negro, sin darme cuenta de los problemas que tiene la gente que hay a mi alrededor, aún en la distancia, y que me han hecho reaccionar para estar con ellos en momentos en los que considero de extrema importancia la simple expresión de la amistad.

Desde hace dos días, dos amigos, a los que quiero más que si fueran de mi propia familia, me han hecho salir del pozo anímico en el que me encuentro para intentar meterme con ellos en su pozo particular, y así, si no podemos nadar juntos para salir del agujero, sí al menos compartir los tragos de agua mientras nos ahogamos, intentando que respiren un poco, o que olviden por un momento que se están ahogando.

Nunca nadie debería estar solo, y mucho menos sentirse solo. Los amigos estamos para eso, y los cumpleaños, por muy viejos que nos hagamos son para celebrarlos.
Este fin de semana recorro 1200 kilómetros para compartir hombro con mis amigos. Ellos no se merecen estar en un pozo, y yo me siento un privilegiado por tener amigos como ellos.

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